Situación socio-política al final del blog


19 julio 2010

Sobre el dar nacimiento elevado a los seres















“Las personas están presas, pero cuando las vemos presas, las aprisionamos, les damos nacimiento como personas presas. ¡Pero no están presas! Piensan que están presas y yo también pienso que están presas. Por eso, no permitimos que surjan libres.

Entonces el primer paso es recitar y ver a aquellos seres libres. Cuando desarrollamos esta visión, vemos la devastación del karma, porque, de modo general, miramos a las otras personas y las aprisionamos con nuestras miradas. No les damos lugar a esas personas, no les damos nacimientos de libertad. Las congelamos.

Cuando comenzamos a ver que podemos darle nacimiento de libertad al otro, vemos que nuestras relaciones pueden ser completamente diferentes. Van a percibir que esto, por ejemplo, produce una gran diferencia en la relación con los “ex alguna cosa” (risas). Llegamos a un nivel que hasta la expresión del rostro va a cambiar. Vemos que: “¿Con qué autoridad yo aprisioné al otro como mi marido o mi mujer?”, “Después que él/ella se fue, todavía paso facturas”. Nos vemos completamente aprisionados en esto, sufriendo tanto tiempo como dure esta posición – causando infelicidad al otro, no permitiéndole ningún surgimiento favorable al otro.

Podemos ver esto también con nuestros hijos. Eventualmente no les damos a nuestros hijos nacimiento en el mundo, solo les damos nacimiento dentro de nuestra casa, agarrados de la mano. Si el hijo intenta cualquier cosa, no logramos verlo libre. O sea, no le damos nacimiento: en nuestro mundo no hay espacio para que él surja libre.

No vemos la devastación que significa dar nacimiento inferior a los otros, y la devastación que esto nos causa porque intentamos aprisionar al otro en nuestra visión y él va marchando, y ahí tenemos sufrimientos en medio de todo eso.

Vemos como es maravilloso mirar ahora a todas estas personas y ahora vamos a darles nacimiento elevado. O sea, tienen cualidades, todas tienen la naturaleza de libertad, pueden actuar de manera diferente a lo que están haciendo. Comenzamos a pensar así también. No solo vemos el paisaje, sino que en nuestra mente empezamos a razonar y podemos hasta dar sugerencias, facilitar las cosas, para que aquel ser comience a manifestarse según esas cualidades que negábamos.

Entonces, cuando damos este nacimiento sutil, a partir de un paisaje que incluya al otro de una forma elevada, todo se transforma”.

Traducido de:
http://www.cebb.org.br/iniciantes/242-sobre-dar-nascimento-elevado-aos-seres



Budismo y cultura de paz




Su Santidad el Dalai Lama acostumbra resumir la filosofía budista en una frase: "Haga el bien, siempre que sea posible, si no pudiera hacer el bien, trate de no hacer mal". Una de las especialidades del budismo es la noción de que el mundo que nos rodea es inseparable de nosotros mismos. Así que, si hacemos el bien a los demás seres y al medio ambiente, estamos cuidando de nuestro propio bien. Si causamos daño a otros y al medio ambiente, nos estamos causando daño a nosotros mismos. Todos están conectados entre sí, todos dependen unos de otros.


El concepto budista de interdependencia también afirma que nosotros - y todo lo que nos rodea - no tenemos la solidez que creemos poseer. Atribuimos identidades y cualidades a todo y a todos (inclusive a nosotros mismos) a partir de una visión limitada de un patrón binario de gustar y no gustar, querer y no querer.

La palabra que designa los mundos que surgen inseparables de nuestras mentes es "mandala". Mandala no sólo se refiere a un mundo material, sino a la experiencia de este mundo, al observador, a los límites cognitivos, a las energías de acción, a las emociones y al cuerpo.

Cada mandala surge inseparable de un tipo correspondiente de inteligencia viva y activa. Estas inteligencias son trascendentes, no personales, no corruptibles y libres de tiempo. Continuamente disponibles, pueden ser reconocidas y accesibles sin esfuerzo ni lucha en cualquier momento. La meta budista es salir de los mandalas limitados y llegar a los mandalas de sabiduría, libres del patrón de gustar y no gustar.

Todos los seres desean la felicidad y la protección contra el sufrimiento. Nuestros padres nos enseñan habilidades para acercarnos a la felicidad y protegernos a nosotros mismos. Nuestros padres, profesores y maestros también nos enseñan la disciplina y, por tanto, el aumento de nuestra capacidad de alcanzar objetivos difíciles, atravesar ambientes perturbadores y entornos exigentes y resistir la adversidad momentánea en la búsqueda de mayores logros.

El budismo nos enseña la capacidad de reconocer mundos puros e inteligencias puras, de manera que, instalados en la experiencia de estos ambientes puros, las acciones positivas sean naturalmente realizadas, sin esfuerzo y sin contradicción. Estos mundos puros son los mandalas de la sabiduría.

Cuando nos insertamos en un mandala de sabiduría, adquirimos las condiciones para realmente hacer lo que es mejor para nosotros, para los otros, para la humanidad y para el medio ambiente. Somos capaces de vivir el amor y la compasión con alegría y ecuanimidad, sin dejarnos abatir por las dificultades que aparezcan. El mundo a nuestro alrededor continúa siendo el mismo, pero cambiamos nuestra mirada, y esto cambia todo. Cuanto más puro y más extenso es el mandala, mayor es nuestra libertad y nuestra capacidad de generar el bien. Además de la inserción personal en mandalas de sabiduría, nosotros, como agentes de la cultura de paz, vamos a trabajar para que otros también hagan lo mismo, puedan migrar hacia mandalas más amplios.

Sintonía entre visión y acción

La noción de mandala viene de la comprensión de que construimos las realidades que nos circundan, y que cuando construimos las realidad nos construimos junto con ellas. Vemos que se trata de un proceso inseparable, co-emergente.

Al construir mundos favorables y manifestaciones de sabiduría, nuestra acción positiva se torna natural, desobstruida, compasiva y amorosa. A partir de esto, el camino espiritual focalizado en el control de las acciones de cuerpo, habla y mente es sustituido por la comprensión que debemos observar y dirigir la forma en que nos hemos construido junto con los mundos. Construyendo el mundo a partir de la lucidez tendremos el cuerpo, el habla y la mente lúcidos.

Si construimos el mundo a partir de la ignorancia, los impulsos de cuerpo, habla y mente surgirán de esta visión de mundo equivocada que hemos desarrollado. Podemos oír las palabras de los maestros espirituales e intentar seguir sus consejos sobre cómo usar el cuerpo, el habla y la mente, pero todo va a parecer muy artificial. Esto es así porque la sabiduría natural que estaremos utilizando va a brotar de la comprensión que tenemos del mundo. De la comprensión equivocada de mundo no brotan más que impulsos equivocados.

Aun sabiendo que los maestros están en lo correcto, si no desarrollamos la visión de los maestros, nuestra acción será contradictoria y no veremos una solución, nunca tendremos descanso, estaremos siempre en conflicto interno, nunca tendremos un comportamiento no-represivo. Estaremos siempre haciendo esfuerzos para seguir los consejos de los maestros.

El aspecto del esfuerzo es dramático. De tanto esforzarnos, un día nos cansamos, y cuando llegamos a ese punto, la caída es rápida y decimos: “Desisto. Si la espiritualidad fuese natural, yo andaría de forma naturalmente lúcida y válida. Sin embargo, todo esto me parece artificial." Parece artificial, porque necesitamos un esfuerzo constante, nunca encontramos un punto de equilibrio, necesitamos recordar constantemente lo que hemos oído. De tanto esfuerzo, terminamos desistiendo.

Equivocadamente, podemos creer que la realidad convencional es muy poderosa, muy amplia. Podemos pensar que, aun construyendo una realidad más elevada, lo que en verdad existe es la realidad convencional de dificultades y sufrimiento. Terminamos desistiendo de intentar mejorarnos a nosotros mismos y al mundo.

El camino de tratar de alterar el comportamiento puede ser muy doloroso, muy lento y, sobre todo, con resultados inciertos. Si la persona altera el comportamiento, sin alterar la visión, es cierto que más adelante caerá de nuevo. El aspecto cíclico es un proceso natural de la vida, a través de altibajos. Sólo desde los mandalas de sabiduría tendremos efectivamente la visión que permite la acción sin esfuerzo. La visión surge sin esfuerzo, porque dentro de un mandala de sabiduría, no luchamos contra nosotros mismos, sino que vemos y actuamos naturalmente. El camino espiritual se manifiesta sin conflictos internos.

Al comenzar por el entrenamiento y por un encuadre de reglas, compromisos y acciones surgen la represión interna y disciplina externa. El conflicto se hace inevitable, y el esfuerzo será incesante, desgastador. Tenemos acciones coherentes con nuestra visión. Si fuésemos entrenados para acciones que no están armonizadas con nuestra visión de mundo, estas acciones no tendrán fuerza.

Pude ver niños que aprenden a tocar el violín en instituciones para menores infractores. Aprender música es maravilloso. Pero cuando los niños salen de la institución, el violín se les torna inútil. Muy a menudo ellos retoman la visión que los llevó a la práctica las acciones que los condujo a la institución. Incluso tocando violín, las visiones que tienen del mundo, de la familia y del barrio no cambiaron. Dentro de su realidad, dentro de su forma de ver el mundo, dentro de su limitado mandala, vender drogas tiene naturalmente mucho más sentido que tocar el violín.

Por lo tanto, es esencial generar una visión de mundo para que las acciones surjan de forma natural, sin esfuerzo y sin contradicciones. Las visiones de mundo que se pueden generar individual y socialmente, potencian las acciones.

Todos en el mismo mandala

Somos inseparables de los mandalas en que vivimos. Es posible que ni siquiera sepamos en qué mandala vivimos, pero todos vivimos dentro de un mandala. Aunque todos estamos en el mismo lugar, en cierto modo no lo estamos. Cada uno ve su experiencia de una cierta manera. En el budismo, se clasifica la experiencia de la realidad en seis reinos – reino de los dioses, semidioses, humanos, animales, seres hambrientos y seres de los infiernos. En apariencia, todos cohabitan las mismas regiones. Sin embargo, en el aspecto sutil, cada uno vive en un lugar.

¿Y dónde viven los budas que andan por el mundo? Viven en tatagatagarba, el mandala de los tatagatas. Tatagatas son los budas que andan en el mundo. El tatagata camina por los mismos lugares que los seres de los seis reinos, pero ve lo que los demás no logran ver: la natural perfección de todo. Los tatagatas tienen una visión pura del mundo. Esta es la experiencia del tatagatagarba. Y esta es la diferencia entre cualquier ser de los seis reinos y un buda. El buda vive en el tatagatagarba, y los demás seres viven en sus ámbitos particulares.

Los budas son aquellos que entran en el mandala de la lucidez. Y, en el Mandala de la Perfección de la Sabiduría, de la lucidez, los budas ven todos los seres con la naturaleza de buda, con la naturaleza libre. Cuando los budas ven de esta manera, es como si todos los seres estuviesen en el mundo de la perfección, manifestando las cualidades de la naturaleza última. ¡Y están! Esta es la visión de los budas, y es por eso que son budas.

Cuando los budas entran en el tatagatagarba, no entran individualmente; ellos y todos los seres entran en el mismo instante. Para entrar en el tatagatagarba, los budas necesitan reconocer que todos los seres tienen la naturaleza de buda. Esta es una experiencia maravillosa, extraordinaria. ¡No es posible entrar solo, nadie alcanza la iluminación solo!

Cuando un buda alcanza la iluminación, desarrolla la visión pura que permite que todos los seres sean vistos como budas al mismo tiempo. Si alguien afirmase que alcanzó la iluminación, pero dejó seres del lado de afuera porque no podían o no merecían entrar, algo está mal. Los budas miran todo a partir del Mandala de la Perfección de la Sabiduría, de donde reconocen a todos los seres viviendo más allá de la vida y la muerte. Es un espacio más allá del espacio y del tiempo.

Cuando no tenemos una visión amplia, cuando nuestra visión es parcial, creemos que sólo algunos tienen la naturaleza de buda, que apenas algunos son budas. Esto es una falla de nuestra visión, una limitación. Si la visión se ampliase un poco más, veremos que los otros seres serán incluidos en la lista. Cuanto más amplia fuese nuestra visión, mayor será nuestra lista. La inclusión es, por lo tanto, es la referencia que demarca nuestro progreso. En el momento en que incluimos al otro, él está con nosotros en el mandala. Del mismo modo, en el momento en que lo excluimos, sin darnos cuenta salimos también del mandala.

Si alguien estuviese afuera, es porque nosotros todavía tampoco entramos. Así, vemos que la imposibilidad del otro de estar en el mandala es, en la práctica, nuestra propia exclusión. Nuestra exclusión y la exclusión del otro son la misma cosa. Al creer que ciertas personas están dentro del mandala y otras no, estamos dando preferencia a alguien. Dar preferencia es excluir. Exclusión y preferencia son la misma cosa. La imposibilidad de ver la naturaleza de buda en el otro es la imposibilidad de manifestar las cualidades de un buda. Esto es la comprensión de la unidad, la inseparatividad del mandala.

Al contemplar nuestras dificultades, es importante tener paciencia. No podemos cobrarnos más de lo que podemos ofrecer – este es un recordatorio de que debemos tener mucho cuidado. Tenemos dificultades. Mientras no consigamos mirar a nuestras dificultades y liberarlas, seguiremos con éstas.

Liberamos las fijaciones cuando superamos el mandala particular por la experiencia de la libertad más amplia de construir otros mandalas. Al entrar en un mandala más amplio, miramos los mandalas particulares y la realidad convencional como construcciones menores que no nos sentimos más obligados a habitar.

Tomemos como ejemplo una persona que hincha por un cuadro de fútbol. Aún no reconociéndolo, esta persona no está presa por el cuadro. Por más que esté involucrada en el proceso, tiene la libertad de hinchar por otro cuadro, o por todos al mismo tiempo. Esto es libertad en medio de la forma.

No nos liberamos porque nos volvemos en contra de lo que hacíamos, sino porque miramos desde una posición más amplia y reconocemos que tenemos libertad de acción. Este es el punto: nos liberamos porque nuestro mandala se amplía, nuestra visión se hace más amplia.

Si pudiésemos mirar nuestras dificultades con lucidez, también podremos hacerlo con las dificultades de los otros seres. La mirada lúcida ante las dificultades de los otros seres es la mirada de Chenrezig, el Buda de la Compasión. Con la mirada de Chenrezig, perdonamos más allá del perdón y el no-perdón. Se trata de un perdón que cura todas las manifestaciones de amargura y resentimiento. No existe más la visión de oposición, culpa o penalidad en relación al otro.

Desde la perspectiva del mandala, no nos empeñamos en cambiar nuestro comportamiento, no es ese el método de avanzar. La idea es cambiar el mandala, porque cuando hemos cambiamos el mandala, como consecuencia cambiamos el comportamiento, pero sin esfuerzo. Si hacemos lo contrario, si tratamos de cambiar el comportamiento, sin cambiar el mandala, el resultado es equivocado, torpe, artificial.

Al avanzar hacia mandalas más amplios, morimos a cada paso. Morimos en las limitaciones y renacemos de forma más amplia. En términos prácticos, vamos a percibir o hasta incluso entrenar esa ampliación de nuestra forma de existencia en el mundo por etapas. No logramos hacerlo de un salto.

Como entrenamiento podemos comenzar, por ejemplo, con las cuatro cualidades inconmensurables - compasión, amor, alegría y ecuanimidad. Entrenamos una visión en la que las cuatro cualidades inconmensurables sean algo natural. Contemplamos entonces el mandala común, o sea, la visión convencional del mundo, en la cual la compasión, el amor, la alegría y la ecuanimidad no parecen posibles. Cambiamos de mandala y pasamos a mirar las mismas cosas sin cambiar nada, sin sacar nada del lugar. Cambiamos los ojos y el mandala, y así es que comenzamos a entrenar. Nos preguntamos: "¿Es posible la compasión, el amor, la alegría y la ecuanimidad". Y vemos que es posible - se volvió posible.

Tenemos tendencia a creer que son nuestros esfuerzos los que hacen las transformaciones, pero en el abordaje del mandala el esfuerzo se da solo en el cambio de mandala, y no propiamente en el cambio de acción. Los esfuerzos para cambiar de acción nunca resultan en algo realmente estable. El gran mandala permite la manifestación natural, física, de todas las cualidades positivas y de la sustentación de éstas sin esfuerzo.

En la realidad convencional, nuestra energía se mueve a partir del gustar y no gustar, acercándonos a lo que nos gusta y alejándonos de lo que no nos gusta. Nuestra inteligencia, nuestra visión es binaria. Sentimos atracción o repulsión por las experiencias. Dentro de la visión binaria, existe el hedonismo: "Quiero lo que es bueno y listo. Es muy sencillo, yo ya sé lo que quiero de la vida: ¡lo que es bueno!".

El hedonismo no produce ningún resultado estable. Al buscar lo que simplemente nos parece positivo, estamos perdiendo el tiempo. Tan pronto como nos encontramos con cosas positivas, éstas empiezan a cambiar. Lo que en principio nos parecía positivo con el pasar del tiempo se convierte en negativo.

Por ejemplo, una persona comienza a hinchar por un cuadro de fútbol al que le está yendo muy bien, ganando los campeonatos. Esto, naturalmente, le deja muy feliz, pero entonces aquello gira y el equipo pierde. La persona pasa a sufrir por la misma razón que antes le traía alegría: hinchar por aquel cuadro. Lo mismo sucede con las relaciones, los empleos y todas las decisiones que tomamos en la vida.

En general, hacemos una opción hedonista, lo que no significa que obtenemos una felicidad hedonista o que sea pecaminosa. Creemos que todo lo que está prohibido y pecaminoso debe esconder un sabor realmente fantástico. Así, nos lanzamos en aquella dirección, como si fuésemos a encontrar algo extraordinario allí. Pero no hay nada, no encontramos la felicidad.

El hedonismo es un engaño. Sin embargo, no hay necesidad de ponernos en contra del hedonismo. Lo que necesitamos es apenas mirar todo de forma más amplia. Cuando logramos avistar el mandala y ver esos puntos de referencia que utilizamos de forma no-lúcida, percibimos que no estamos yendo a ninguna parte. Nuestro objetivo es la felicidad, pero el hedonismo no es un buen camino. A partir de esta comprensión, intentamos un camino gradual que nos conduzca al mandala. Este camino es una visión más elevada. Vamos ampliando nuestra visión, y por eso avanzamos. Mirando desde la perspectiva del mandala, nuestra objetivo es tener un nacimiento dentro de las visiones más elevadas, así como dar nacimiento a otros dentro de esas mismas visiones. Este es el mandala.

Mandala de la Cultura de Paz

En nuestra acción en el mundo, nuestro objetivo mayor no será el individuo, sino la sociedad. En lugar de nacimientos individuales dentro del Mandala de la Cultura de Paz, trabajaremos para dar nacimiento a grupos en el Mandala. El proceso social es más importante que el individual. Cuando la cultura de paz se establece socialmente, o sea un número significativo de personas se relaciona, establece un lenguaje y crea una visión, esa visión es la generadora natural de varias acciones positivas. Surgen las iniciativas prácticas, proyectos, construcciones, capacitaciones, etc. La energía positiva está presente y da vida a todo.

A partir del mandala, el trabajo social deja de ser una forma de capacitación en habilidades prácticas. Se vuelve un proceso en el que el eje, el hilo, la referencia básica es que el otro nazca a visiones más elevadas, y naturalmente, en algún momento, a las visiones de la perfección de la sabiduría. El objetivo es que las diversas etapas sean un trayecto en esa dirección.

La formación para crea habilidades para la generación de renta es importante, pero la motivación debería ser elevada, y no apenas la de acceder con mayor intensidad a un proceso hedonista. Si la gente generase renta dentro de un proceso de lucidez, perfecto. La renta puede ser muy útil. Pero tomar la generación de renta como un objetivo en sí es un engaño. Apenas mantiene el proceso hedonista actual que nos coloca en dependencia de las situaciones externas, que nos limita a percibir el mundo a través de las sensaciones de gustar y no gustar, a merced de las configuraciones fluctuantes, inciertas y frustrantes del mundo.

Es natural que, a partir de la visión hedonista, busquemos poder, entre éstos el poder económico. La formulación teórica del hedonismo converge con la visión económica de la realidad. Todo se resume a la economía. Con recursos económicos, podemos disponer de muchas personas que atiendan nuestros deseos, contratamos personas para que manipulen las apariencias por nosotros.

Incluso, algunos abordajes de la cultura de paz pueden ser limitadas a proyectos de generación de renta, medios económicos para manipular la realidad externa. La gente imagina que teniendo dinero conseguirá paz y felicidad. Se trata de un malentendido.

Para producir la paz, es necesario ampliar la visión, alcanzar el mandala, abandonar las visiones menores. Necesitamos mirar a la gente y decir: “Sí, ella puede estar dentro del mandala”. Mirar a nuestros hijos y decir: "El está en el mandala”. Pero esto no es muy fácil. Cuando miramos a nuestros hijos, en la cultura en la que estamos, pensamos: "Necesita ser un ingeniero, un profesional competente en algún área, para ganar dinero. Sólo entonces será feliz." Incluso con nuestros hijos no logramos tener una visión de mandala, tampoco con nosotros mismos.

A menudo, nuestra práctica espiritual está ligada a la visión económica: "Para tener éxito económico, necesito tener estabilidad. Así tendré condiciones para competir mejor, escalar posiciones y ganar más dinero." Con esta motivación no meditamos para alcanzar la liberación sino para estar más lúcidos, más saludables, para lograr los resultado comunes del mundo. Esta es la pérdida de la visión del mandala. No llegaremos a ningún lugar con eso.

La visión del mandala es esencial. Sin la visión correcta, la misma noción de cultura de paz pierde el sentido y deja de ser una solución. A partir de la noción de mandala tenemos un idioma para trabajar en forma integrada, sin necesidad de aislarnos del mundo. Surge un camino gradual, un hilo que se constituye como profunda referencia para las acciones aparentemente externas en el mundo.

Nueva inteligencia en la gestión y acción en el mundo

La visión es esencial para la gestión, así que necesitamos una nueva inteligencia. Las dificultades con que nos enfrentamos hoy en día vienen del hecho de que la formación de los gestores les lleva a una inadecuada visión de la realidad. Les lleva a una circunstancia en la que los obstáculos y las señales no son auspiciosas y se multiplican en todas las áreas.

La economía y la gestión evidentemente actúan dentro de un ambiente sutil volátil y no en un mundo fijo y matemático. Es un mundo en el que los sentimientos, emociones, impulsos, sueños y miedos tienen el poder de crear realidades y definir las acciones a ser tomadas. Hoy en día se percibe la importancia de traer a los gestores a un abordaje más amplio donde se pueda comprender mejor los factores imponderables que insisten en fluctuar ante los ojos, afectando planes y sueños aparentemente tan bien estructurados.

Niels Bohr, Premio Nobel de Física, que formuló el abordaje filosófico de la física cuántica, la teoría de la complementariedad, enfrentó dificultades similares en la física del mundo microscópico, donde el comportamiento de la materia parecía demasiado extraño e imprevisible. Le debemos a él especialmente la reintroducción de la importancia del papel del observador en la constitución de la realidad, que parece algo externo al observador. Niels Bohr evidenció de modo académico que la no inclusión de la influencia del observador en lo que parece ser un mundo externo desconsideraba una variable del problema, y esto producía ambigüedades en la comprensión de los universos de estudio considerado.

En un lenguaje budista, las cosas siempre se definen en el nivel sutil, construimos mundos que parecen externos y nos quedamos presos en ellos. Su Santidad el Dalai Lama, Premio Nobel de la Paz de 1989, dice que la mente es libre y luminosa, puede soñar cosas positivas y negativas. Cuando crea lo que es positivo, esto resulta en felicidad y equilibrio, cuando crea negatividades, esto resulta en sufrimientos y dificultades.

William James, así como Ludwig Wittgenstein, desde el final del siglo XIX, ya señalaba de modo minucioso la importancia de la comprensión del papel del observador en el tratamiento de la realidad. En esencia, nuestra visión queda limitada al espacio abstracto de las posibilidades que soñamos. La realidad como la soñamos - se trata de un sueño que vemos incluso cuando despiertos - delimita las posibilidades de lo que puede ser visto y de lo que no será visto.

Estamos presos a los mundos, las referencias, las opciones y los sueños que construimos. Comprendiendo el poder decisivo de este elemento, no somos más víctimas de las realidades externas, pero entendemos que tenemos el recurso de soñar mundos más positivos. Cuando entendemos esto, nuevas palabras cobran sentido: inseparatividad, coemergencia, impermanencia, sufrimiento, sustentabilidad, complejidad, complementariedad, mandala.

Esta complejidad permite acciones eficientes que consideran las variables verdaderamente presentes. La solidez de la realidad viene de adentro de los sueños, de esta región sutil surge la referencia de nuestras acciones y no de una aparente realidad rígida y externa. Somos desafiados a soñar en la dirección correcta. Es el ejercicio de una libertad para la cual tal vez nunca hayamos sido formados por el sistema educativo, no importa durante cuántos años lo hayamos recorrido.

De Su Santidad el Dalai Lama viene el consejo del sentido común: nuestras acciones deberían tener por objetivo causar felicidad y no causar sufrimiento. Es simple en la forma, profundamente desafiador en la acción. Es esencial como motivación básica, como eje para todas nuestras acciones.

Es evidente que la acción de los científicos debería dar por resultado felicidad y no sufrimiento, así como las acciones de los administradores, economistas, ingenieros, médicos, políticos, productores rurales, maestros, padres y madres. Esto es apenas sentido común. En la visión budista, nuestra existencia en el mundo se da a través de procesos de relación, por lo que nuestras acciones deberían tener como meta producir mejores relaciones con nosotros mismos, con los otros, con las autoridades locales y con la naturaleza. Es evidente que relaciones negativas con nosotros mismos, con los otros, con las autoridades y con la naturaleza causarán problemas.

En este punto hay un componente adicional mágico de la realidad: observamos que, al actuar de acuerdo con estos puntos de referencia, surge en nosotros la experiencia de una energía natural y positiva, y también de felicidad. Observamos que si esta referencia no está presente, aunque estemos brillando en medio de victorias y desafíos, no hay felicidad y nuestra energía fluye con esfuerzo. En ausencia de una motivación positiva, nuestra vida parece carecer de sentido y, eventualmente, da la sensación de una pesada carga.

La falta de referencias positivas está en la raíz de los desequilibrios sociales e individuales que se han manifestado como una epidemia. Vivimos un nuevo gulag. Una cultura nos impone sentidos y significados aparentemente fijos, externos, reales, pero las consecuencias negativas en la forma de desequilibrios son diagnosticadas como fragilidades individuales. Por lo tanto, las víctimas de los puntos de referencia de esta cultura son castigadas por su comportamiento y, cuando agotadas, son tratadas individualmente como enfermos físicos y mentales. Cuestiones amplias se reducen a cuestiones individuales. Como resultado no hay progreso en la represión a las agresiones a nosotros, a los otros, a los líderes locales y a la naturaleza, ni con respecto al equilibrio interno y a la felicidad.

En la perspectiva budista, necesitamos avanzar hacia una visión que abarque todos los componentes de la realidad. Al asumir los recursos de la visión más amplia, nuestras acciones se vuelven naturalmente positivas, sin la necesidad de reglas y represión. Además, surge progresiva tranquilidad y felicidad, y reconocemos la preciosidad de la vida humana que tenemos. Surge la experiencia del mandala de la lucidez.

El mandala es lo que necesitamos desde siempre, individual y colectivamente. Nuestras necesidad puede ser resumida en una palabra: lucidez. En este punto la gestión de la visión, de la acción económica y de la acción en el mundo se tornan naturalmente positivas y sin esfuerzo, y comprendemos el sentido de la expresión nueva inteligencia.

Fuente del texto



ESTE ES TU CEREBRO EN MEDITACIÓN:




MINGYUR RINPOCHÉ DESCRIBE LA CIENCIA DE LA FELICIDAD

The Huffington Post
28 de junio 2010

Un silencio invadió el salón mientras Youngey Mingyur Rinpoche subía al escenario para comenzar su enseñanza. Rinpoche, el venerado lama budista tibetano, maestro, y también llamado el “hombre más feliz del mundo” comenzaba el evento “Introducción a la Meditación Consciente”, organizado por el New York Open Center. Casi todos los asientos en el gran auditorio estaban ocupados.

“¿Cuántos de ustedes han aprendido antes sobre la meditación?” preguntó a la multitud, con solemnidad. Muchos de los miembros del público levantaron la mano. “Oh, muy bien. Entonces no tengo que enseñarles!” bromeó, inclinando la cabeza hacia atrás para reírse en voz baja. Aunque la actitud bromista de Rimpoché lo ha convertido en un maestro popular, él es serio cuando se trata de prácticas de meditación.

La enseñanza de Rimpoché es conocida por la investigación científica contemporánea. Se considera a él mismo como, “un pequeño cochinillo de Indias” - un sujeto de prueba para algunas de las más vanguardistas teorías neurológicas, y un firme partidario del diálogo en curso entre la ciencia y el budismo.

Al igual que el Dalai Lama, Mingyur Rinpoche tuvo un temprano interés en la investigación científica, y trabajó con Richard Davidson en el laboratorio de la Universidad de Wisconsin, para explorar el impacto de la meditación en el cerebro. El interés de Rinpoche comenzó a la edad de diez años, cuando se reunió con el científico Francisco Varella en Nepal. “Yo era muy curioso”, dijo al Huffington Post. “Primero empecé con la cosmología y, luego aprendí mucho acerca de la neurología”. Llegó a creer que la teoría científica contemporánea y sus prácticas de meditación estaban alineadas. “La ciencia y las enseñanzas de la meditación son exactamente paralelas”, explicó “pero no hablan el mismo idioma.”

Neuroplasticidad

Para llevar a cabo su misión de entender y transmitir los valores de la meditación, Rinpoche se sometió a una serie de pruebas de resonancia magnética funcional en la Universidad de Wisconsin. “Después de eso, me dijeron que estaba totalmente loco”, bromeó. Lo que se encontró en las pruebas de laboratorio, sin embargo, tuvo consecuencias dramáticas para la comunidad científica.

En colaboración con el Laboratorio Waisman de Investigaciones sobre el Cerebro, Mingyur fue sometido a una serie de escáneres de imágenes cerebrales para probar los efectos de la meditación. Los estudios encontraron que el cerebro había cambiado de manera significativa durante la meditación. “El resultado, dijo Rinpoche, era que mi sincronicidad gamma era muy alta. Me dijeron que nunca había visto este nivel de sincronicidad antes.” La sincronicidad gamma es la sincronicidad de los ritmos gamma que representan las diferentes poblaciones de neuronas que trabajan juntas en una red, con el fin de llevar a cabo las funciones cognitivas.

La actividad gamma, incrementada por la meditación, se mantuvo alta incluso después que la meditación había cesado. Los estudios indicaron que la meditación es un ejemplo de la neuroplasticidad (la capacidad del cerebro para cambiar). En pocas palabras, el laboratorio concluyó que la meditación altera físicamente el cerebro. “Hace trece años que dijeron que era imposible cambiar el cerebro después de un cierto punto.” dijo Rinpoche. “Ahora, se dan cuenta que el cerebro continúa desarrollándose toda la vida. Desde el punto de vista de la meditación, por supuesto, esto siempre ha sido verdad.”

El participar en los descubrimientos científicos ha desempeñado un papel significativo en la práctica de Mingyur, como él describe, “la sola comprensión teórica no es suficiente para superar los hábitos psicológicos y biológicos que crean tanta tristeza y dolor en la vida cotidiana.”

Haciéndose amigos con las neuronas chismosas

Al entender cómo la mente cambia el cerebro, Rinpoche espera inspirar a nuevas audiencias para probar la meditación. “Muchos estudios han demostrado que la meditación es buena para la mente. También es buena para el cuerpo, es bueno el sistema inmunológico, la circulación sanguínea, y la sensación general de felicidad”, indicó.

En el evento de Open Center, Rinpoche dijo a su audiencia: “como ustedes saben, tienen neuronas chismosas. Un día, una de sus neuronas podría decir, a otra neurona ‘estás muy gorda y fea’. Luego otra neurona podría decir 'ah, sí! Tú eres muy gorda y fea’. A continuación, las neuronas comienzan a murmurar, y deciden que es verdad. Y si las neuronas no chismean, como ustedes saben, se vuelven un poco inseguras. Les gusta hacer problemas. Muchos de los problemas que creamos para nosotros mismos suceden de esta manera. La meditación puede ayudar a detener a las neuronas chismosas, y mostrarles cómo relajarse”.


Para sus alumnos, Rinpoche es un guía, que les ayuda a hacer las difíciles prácticas de meditación y les brinda acceso a las teorías. Él recomienda la meditación, tanto para la salud corporal como para el desarrollo mental. “En Occidente, algunas personas tratan de utilizar la meditación para combatir los pensamientos y las emociones”, dijo a The Huffington Post. “Lo que he encontrado es que en la meditación no tienen que pelear con sus pensamientos y sentimientos. En su lugar, pueden hacerse amigos con el pánico, la depresión, el dolor o cualquier otro problema. Ustedes puede usar sus pensamientos y sentimientos para entrenar sus mentes”.

Al concluir su charla, Rinpoche dio a su público dos consejos: “¿Cómo se hacen amigos de su pánico? A través de la meditación. Ustedes meditan, estando conscientes, y relajados. Es muy simple”.

Traducido al castellano por Lorena Wong.

16 julio 2010

El poder de los Mantras


OM TARE TUTARE TURE SOHA

Podemos nutrirnos de energía espiritual por medio de los mantras: cualidad energética de los sonidos sagrados. En la meditación budista, trabajamos más con sonidos e imágenes que con el concepto de las palabras. Es que las palabras estimulan la mente conceptual y los sonidos e imágenes tocan la mente. Así como Lama Gangchen acostumbra decir: Nuestra mente es muy dura. Por eso ella precisa ser masajeada con los mantras, para disolver su rigidez y sus bloqueos.

A palabra sánscrita mantra está formada por dos sílabas: MAN que significa mente, y TRA, proteger. Su significado por lo tanto es; proteger la mente.

El poder sutil de las palabras recitadas en un mantra es una cualidad abstracta que sólo puede ser observada por medio de sus efectos. En este sentido, el mantra actúa como en un plano secreto, pues su poder está más allá de las imágenes y de las palabras.

La fuerza secreta del mantra depende de algunas condiciones. Como por ejemplo, si el practicante recibió o no la transmisión oral de este mantra de un maestro que haya realizado el poder sutil al mismo.

En la tradición budista tibetana, la transmisión oral es muy importante. Pues es por medio de ella que el practicante habrá de recibir la transferencia de poder para practicar el mantra. Esto es, el maestro activará la fuerza secreta del mantra para que el discípulo pueda practicarlo.

Así como explica Lama Gangchen Rinpoche en su libro Autocuración Tántrica (Autocura Tántrica III Ed. Gaia): Cuando se usa el término 'secreto' no significa que las palabras, melodías o explicaciones sean secretas. Todos los tibetanos pueden ir a una librería y comprar libros sobre todos los asuntos más increíbles así como secretos del Tantra tibetano. 'Secreto' significa que es necesaria una transmisión de corazón a corazón para que las instrucciones funcionen. La experiencia interna que cada uno tiene es secreta, pues es una experiencia meditativa, y cuando nos dirigimos a las personas que no la tuvieron, podemos apenas sugerirla a través de las palabras. Secreto significa que la mente no tiene forma y que, por lo tanto, es muy difícil exponer una experiencia mental.

Tradicionalmente, todos los meditadores tántricos mantenían en secreto los resultados de sus prácticas, contándolos apenas a sus mejores amigos, para de esta manera guardar su energía interna. Como resultado, todo lo que ellos deseaban hacer con la mente (desenvolver la compasión, la experiencia de la vacuidad o la Iluminación) siempre daba cierto. Ese es el motivo por que acontecían tantos milagros y experiencias especiales en el inicio de los linajes tántricos: los meditadores sabían muy bien como cuidar de su preciosa energía mental interna.

La fuerza del poder de cura de un mantra depende también de la claridad de las intenciones de aquel que lo recita. La calidad de la motivación de quien recita un mantra revela su desenvolvimiento espiritual.

Una persona puede recitar mantras para adquirir bienes materiales y poder personal. Pero su fuerza será mucho mayor cuando ella lo recite para desenvolver compasión y amor, porque ésta es la fuerza original del mantra. De esta forma, la persona estará en sintonía con la fuerza secreta del mantra.

Durante siglos, los mantras han sido usados en la práctica espiritual para enfocar y transformar la energía sutil.

Las energías curativas despertadas por el sonido del mantra son inherentes a la psiquis. En la tradición budista, estas fuerzas positivas son caracterizadas como divinidades: manifestaciones de una fuerza transformadora que se encuentra en nuestra mente.

Un mantra muy pertinente para recitar es el mantra de Tara Verde: OM TARE TUTARE TURE SOHA

En tibetano, Tara es conocida como Drolma, la Salvadora, pues ella es la manifestación de la energía femenina de la mente iluminada: la sabiduría.

Tara Verde es la energía femenina de la intuición, de la creación. Al desenvolver esa energía dentro de nosotros, tendremos más vitalidad y disposición para realizar nuestros proyectos de vida, pues Tara elimina los obstáculos mentales creados por el miedo y por la pereza. La energía de Tara nos ayuda a colocar velozmente las ideas en acción.

Una idea no puesta en práctica es apenas un pensamiento. Cuando colocamos nuestras ideas en acción, damos vida y energía para nuestros pensamientos.

Recitar su mantra ayuda a eliminar las interferencias internas como el miedo y el resentimiento. Trae protección, fe y coraje.

OM significa los sagrados cuerpo, palabra y mente de Tara.
TARE Aquella que libera del sufrimiento verdadero.
TUTARE que elimina todos los miedos.
TURE que concede todo el éxito.
SOHA significa pueda tener la fuerza para enraizar en mi mente el significado del mantra.

La práctica de recitar mantras es especialmente valiosa en los días de hoy, porque es simple y directa. Todo lo que es preciso hacer es relajarse lo máximo posible mientras se repite rítmicamente las sílabas del mantra, en voz alta o silenciosamente.



PRACTICANDO EL DARMA A TRAVÉS DE LA MEDITACIÓN












Lama Padma Samtem impartió esta enseñanza en el CEBB Camiho do Meio, en Viamão, en la primavera de 1999 (transcripción de forma directa y revisado por Padma Dorje).

Contenido: Tenemos aquí una introducción y la breve descripción de una guía de práctica de meditación y contemplación que comienza con la etapa de tranquilización de la mente en meditación formal y va, a través de 23 ítems, hasta la última etapa del Noble Camino Óctuplo. La descripción comienza con el alcance y los límites de este tipo de abordaje y el perfil de los practicantes a quiénes les puede ser útil, y continúa por la motivación, por el significado de la felicidad y por siete formas de resumir lo que sea "camino espiritual", pasa entonces por la descripción de la guía propiamente dicha y termina con el examen de las experiencias de lucidez, libertad y compasión ilimitadas.

Utilidad: Para que los practicantes entiendan un contexto general del camino budista de contemplación y meditación y puedan localizar los desafíos que se ofrecen más adelante y evalúen las etapas donde hubo fallas - fuentes ocultas de obstáculos sutiles por vidas y vidas. Este texto ofrece también un eje referencial donde cada uno sabrá lo que hacer prioritariamente.

El camino de contemplación y meditación

Hay varias maneras de penetrar en el Darma. Este proceso que describimos ahora comienza con la propia meditación. Pertenece al Mahayana, es un método que combina estudio, instrucción y meditación, está basado en los sutras. No hay ninguna práctica de visualización, recitado de mantras, etc. - por el contrario, es un proceso analítico que utiliza la meditación como instrumento. Utilizamos de punta a punta todos los procesos cognitivos - ninguna práctica conectada a algún yidam o plegarias, sadhanas, en fin, ningún elemento del Vajrayana. No utilizamos ningún elemento construido, es un proceso que busca directamente lucidez sin ningún elemento intermediario que no sea conocimiento y serenidad.

En el Vajrayana creamos para después disolver, aquí no hay visualización de algún yidam, o tierra pura, sólo el noble y sereno sentarse. A través del efecto combinado de la meditación silenciosa y del proceso analítico, removemos todos los elementos hasta reconocer el aspecto incesante de la naturaleza no-construida.

Es un proceso de purificación gradual: a través de la lucidez removemos progresivamente nuestra fijación en lo que fue construido. En ningún momento es necesario tener fe o cualquier otra creencia. No es un proceso intelectual, en el cual generamos una teoría. Tampoco privilegiamos ningún estado mental especial, sea éste instrumento del camino o no, y progresivamente traspasamos los diversos estados mentales, productos de nuestro propio karma eliminando la fijación. Es el camino de disolución de las fijaciones en lo que es virtual.

No consideramos ningún elemento puro o impuro, este análisis no pertenece al proceso, pero reconocemos incesantemente libertades que antes no veíamos. La palabra esencial es libertad. Miramos los procesos mentales y emocionales no el sentido de localizar lo que es bueno o malo, sino el sentido de eliminar las marcas que limitan nuestra libertad. Cuando removemos los obstáculos la visión se amplía, es sólo esto. No es que existan elementos buenos y malos de hecho. La visión Hinayana funciona de otro modo, lo bueno y lo malo legitiman una visión de mundo. Sin embargo, en la visión Mahayana no tenemos panoramas que puedan fijar visiones finales y elementos positivos y negativos. La visión que tenemos del mundo está determinada por factores sutiles y estos factores son, de hecho, los que nos aprisionan. Focalizamos, entonces, directamente lo que aprisiona, no los elementos buenos y malos creados por la visión condicionada operando desde estos factores sutiles.

Cuando miramos una película, hay cosas buenas y malas, héroes y bandidos, y nos aliamos automáticamente a los elementos que nos son simpáticos. Dentro del contexto de la película decimos: "es más adecuado conectarme a los personajes positivos", no quiero vincularme a los asesinos, ladrones, violadores, etc. ¿Cómo iríamos a conectarnos con ellos? Así es la visión Hinayana, funcionando según este enfoque, la mente razona según el guión de la película, acepta la historia e intenta seguir los valores positivos. En la visión Mahayana percibimos que hay una pantalla y una luz que es proyectada, entonces podemos librarnos del propio contexto propuesto por el guión de la película, reconocemos que hay un guión y cómo la experiencia de realidad es creada y pasa a dominar nuestras emociones y dirigir nuestra mente. Vemos que nuestra identidad está claramente más allá de aquellos personajes.

En nuestra vida cotidiana es lo mismo. Las experiencias también obedecen a factores sutiles que no reconocemos. Debido a esto, por un sin fin de vidas hemos operado dentro de aquellos patrones sometidos a las experiencias específicas de mundos "virtuales" particulares. La liberación no es estar en un lugar seguro dentro de la película, un lugar limpio y bueno, sino ver que el proceso de la película es construido, es virtual, no es sólido, y, especialmente, que carga en sí libertades reales, aunque ocultas e insospechadas a los que se fijan a la historia. Las libertades son el foco.

Más adelante desarrollamos la capacidad de penetrar libremente en el contexto de la "película incesante de la vida" para ayudar a los seres a reconocer libertades reales, ocultas por la limitación de su experiencia convencional.
Esencialmente lo que hacemos es atravesar estos diferentes panoramas sin quedar ciegos por las visiones que surgen. Nuestro objetivo es encontrar la estabilidad y la naturaleza no-construida que está más allá de las apariencias. Podemos jugar con esto en una metáfora: por mayores que sean los incendios y explosiones en las películas, la pantalla nunca se quema. La pantalla es capaz de sostener las mayores monstruosidades y permanecer incólume, es imposible alcanzarla. Así es nuestra propia naturaleza básica. Conectados a la película, tenemos toda la experiencia de transitoriedad y nos sentimos inseguros.

En el avance de este proceso de ir retirando la solidez de las apariencias internas y externas a través de la práctica de meditación, en un determinado momento, el propio personaje que lo vive acaba desapareciendo. No hay forma de que esto no suceda, el personaje es un proceso construido y la experiencia de libertad frente a él termina apareciendo. En un cierto punto cesa la experiencia de alguien que salta etapas o que pasa por estas experiencias.

La palabra "mundo" es solo una manifestación más de esta separatividad. Hay un punto donde todas las preguntas sobre dios, iluminación, espacio, tiempo, desaparecen Mientras más avanzamos en los aspectos sutiles de este proceso de disolución, menos sentido tienen las teorías, comprensiones y cogniciones. Estas palabras están dentro de la búsqueda de una comprensión de "cómo surgió el mundo", pero, observe, esta pregunta trae dentro de sí misma la noción de separación. Es la pregunta de alguien que observa algo separado de sí.

Con el progreso de la práctica estos elementos eventualmente desaparecen. En el lenguaje de los maestros: es como una niebla que se disipa, nadie sabe adónde fue; es como un eco, no hay origen para aquel sonido, pero surge. Cuando buscamos el origen, no hay alguien que haya producido el sonido. El efecto existe, pero no hay una identidad que lo produzca.

La experiencia de vidas anteriores, los karmas acumulados, las experiencias de mundo, todo esto es apenas una chispa. Surgen y desaparecen. Todas las complicaciones son así también. En un momento surge samsara entero que dura eones, pero esto no es más que una chispa atmosférica en la eternidad. Es como un sueño. Parece denso, pesado, pero cuando la persona despierta, no tiene importancia alguna. Allí adentro, eso es vital, muy importante. Es como el azúcar en el agua, no sabemos adónde fue. Es como una frágil gota de rocío. También es un halo alrededor del sol – aparece de no se sabe de dónde, y desaparece no se sabe cómo. Tiene apariencia, pero no tiene solidez. Es como un rostro que se ve en una nube. Está allí, nos puede parecer auspicioso, nos puede parecer bonito, podemos encontrarlo parecida al padre, al abuelo. Podemos creer que es un mensaje, pero es solamente una cara en una nube. También como un arco iris - aparece mágicamente y se disuelve mágicamente.

Cuando cruzamos por este punto, cesa la separatividad y percibimos todas las apariencias como experiencias de apariencias. Vemos que toda la densidad anterior existió inseparable de nuestra ingenuidad. No es bueno ni malo, es ingenuidad. Cuando se cruza ese punto, entonces todos los elementos se transforman. La impermanencia, por ejemplo, deja de ser una desgracia. Comienza a ser evidencia de la libertad. Si las cosas fueran permanentes, no habría cambio, no habría libertad. La evidencia de la no-solidez de todas las cosas es la propia evidencia de libertades ocultas a los ojos ingenuos. Ésta es la descripción del camino Mahayana que utiliza la meditación como proceso principal.

La visión del camino de la meditación

Hay tres formas de introducción al Darma por el camino de la meditación. El primero se refiere a la motivación, el segundo a la felicidad, y el tercero a la descripción del camino espiritual en los términos utilizados por los maestros.

Motivación

¿Para quién es útil este abordaje? Para los seres en peligro inminente o en sensación de desgracia, no funciona. Por ejemplo, para alguien que es atropellado, que se desvanece en una carretera, no servirá de nada decirle “siéntese en meditación” - no va a funcionar. Otros prácticas pueden ser buenas en este caso, P'howa o algún otra, pero esa no va a funcionar. O la persona está hambrienta, sin comer desde hace dos días, y llega a un centro de Darma: “usted hoy va a recibir instrucciones de Mahayana”. No sirve, es claro. O una persona a la que le dieron un tiro, por ejemplo. Quieren un plato de comida, quieren cuidados médicos, nada de meditación para ellos. Cuando miramos alrededor, vemos muchos seres con la experiencia de haber sido atropellados, metafóricamente hablando. Nosotros mismos, entre un accidente en el que fuimos atropellados y otro entramos aquí. Somos realmente suertudos…

Después existen seres que no están debajo de las cuatro montañas, no tienen sensación de desgracia, apenas propósitos muy definidos. Están bajo el dominio de un conjunto de ideas que les impide avanzar, todo tipo de ideologías y de fanatismos. Esto incluye los seres que están bajo el dominio de otros. Eventualmente los maridos, las esposas, novios, padres, madres, niños, las personas próximas a nosotros, están en situaciones de este tipo.

Después existen los seres que están en el reino de los dioses. Si el sufrimiento les impide la práctica a los seres, bajo las cuatro montañas, que experimentan el infierno, la felicidad también les imposibilita la práctica a los seres en la condición del reino de los dioses. Tanto la felicidad como el sufrimiento nos aprisionan, nos tornan insensibles al proceso de meditación. Curiosamente esto incluye procesos internos y externos de felicidad, es decir, incluye también los estados meditativos equivocados.

Entonces para el cuarto conjunto de seres, aquellos que concientemente desean una felicidad de tipo más permanente, y que concientemente desean apartarse del sufrimiento, es que va dirigida la enseñanza.

En la conclusión de la explicación sobre la motivación, incluimos la perspectiva Mahayana amplia de querer todo esto no solo para sí mismo, sino para todos los seres.

En esta motivación jamás pensamos en causar mal a los otros o de obtener beneficio propio a costa del sufrimiento de los otros. Al principio solo deseamos la felicidad propia y apartarnos del sufrimiento, es el primer punto y es realmente muy difícil.

Felicidad

Profundizando el concepto de felicidad, podemos dividirlo en dos grupos. La felicidad que depende de factores transitorios, y la experiencia de la felicidad estable que está más allá de las construcciones. El secreto de la motivación budista en relación a la felicidad es, por razones obvias, buscar la segunda opción. La felicidad transitoria que conseguimos hoy, mañana se vuelve sufrimiento.

Una pareja se separa – ¿por qué sucede? Es muy doloroso. Se amaban y tenían una conexión, una casa bonita, dos hijos, un conjunto de cosas que funcionaban y que producían felicidad. En la separación, cada una de estas cosas se vuelve factor de sufrimiento: hijos, amigos, cuenta bancaria. Si están con uno, si se dividen, si están con el otro, en todo los casos sufrimiento. Toda lo que la persona tiene se vuelve factor de sufrimiento, esto es la rueda de la vida, la felicidad dependiente de las condiciones. Cuando la rueda gira, y estamos abajo, toda lo que producía felicidad ahora trae sufrimiento. Así vemos innumerables situaciones. La persona funda una empresa, tiene un socio, todos hacen que aquello crezca, en cierto momento las diferencias causan la separación. El amigo que era solidez, ahora no es más que un enemigo. Si la empresa queda en manos del otro, desea que se hunda. “El está utilizando mi energía vital, no es justo”. Centenares de casos como éste.

Así es la rueda de la vida. No es que suceda solamente con nosotros o solo con los otros - no es una crisis personal - la rueda de la vida es simplemente así. Cuando esto sucede con nosotros, lo mejor que tenemos para hacer es reírnos, “de nuevo la misma cosa”. Querer satanizar al otro, no queda muy bien. Por peor que sea, mejor reir. Sería una ingenuidad razonar en términos de contraposición. Por eso decimos que pensar en felicidad estable dependiente de factores externos, es ingenuidad. Buscamos aquello que está más allá de las construcciones. Con esto cubrimos los dos primeros ítems, motivación y felicidad.

Camino espiritual

Siete formas breves de describir el camino espiritual:

1. Si alguien pregunta qué es el camino budista, decimos que es Noble Camino de Ocho Pasos. Esta respuesta es completa.

2. Si quisiéramos explicarlo de otra manera, podemos decir que es la remoción de los obstáculos que crean la experiencia cíclica. Esta experiencia es lo que crea el aspecto de solidez de lo que vemos. No obstante siempre hemos estado libres de la experiencia cíclica, de la misma forma que la pantalla del cine está naturalmente libre de las explosiones que exhibe.

3. Podemos colocar esto de forma más directa, la naturaleza de nuestra mente ya es perfectamente luminosa y libre. Entonces, el camino budista es el camino que descubre la naturaleza de nuestra mente como luminosa, leve, libre, etc. Es el camino que nada agrega, nada crea, nada entrena, y nada estabiliza. Dicho así puede parecer extraño, siempre nos ha parecido que estamos entrenando, estabilizando, etc. Lo qué hacemos en verdad es crear una especie de “vehículo del practicante”, y este vehículo va a ser abandonado más tarde. Con nuestro vehículo usual, ordinario, generalmente no alcanzamos la liberación.

En la mitad de la película nos convertimos en Charles Bronson, entonces alguien argumenta que por lo menos nuestras rabias son justas, al estar bajo la forma de Charles Bronson. El punto es que no nos parece justo sentir ningún tipo de rabia, pero inevitablemente terminamos funcionando dentro de aquella lógica. Por esta razón creamos un elemento transitorio. No negamos la coherencia de aquello, forma parte de ayudar a los otros seres percibir la coherencia con que actúan. Sólo que es indispensable percibir que esta coherencia es construida, que existe una libertad adicional. Si negamos la coherencia con que los otros están actuando, les movemos el piso. Por esta razón debemos evitar la visión filosófica. Ésta intenta establecer una nueva visión, pero esto solamente polariza el proceso. Lo mejor es decir que el ser está en lo correcto, pero percibir que existen alternativas. Nuestra habilidad es reconocer la libertad de los otros.

Estos son los varios corolarios del camino espiritual, varias formas de describir el proceso. “Basta quitar las construcciones superpuestas, disolver una a una las transitoriedades”. Este proceso es dramático, las realidades se sustentan de esta forma.

4. Otra forma de explicarlo es como el camino para tranquilizar la mente. Normalmente la mente tan solo salta incesantemente de un lugar a otro. Al interrumpir este proceso de giro, ésta retoma su punto de equilibrio natural. La mente no es un proceso estable, casi siempre está ligada al proceso del gallo.

5. Otra forma de explicar el camino entero es decir que es una purificación del cuerpo, habla y mente, hasta que se conviertan en cuerpo vajra, habla vajra y mente vajra. El cuerpo, el habla y la mente manifiestan entonces los tres cuerpos de iluminación, Nirmanakaya, Sambhogakaya y Darmakaya.

6. Garab Dorje, el primer gurú humano del linaje nyingma dice: “el camino entero tiene tres etapas, en la primera etapa oímos y generamos la visión, después meditamos con el poder de la visión, y entonces, habiendo liberado los obstáculos actuamos de forma libre para beneficio de todos los seres”. Podemos explicar el camino budista de esa forma: oír, meditar y actuar.

7. Hay además otra forma que se basa en cuatro etapas de entrenamiento de la mente que hacemos incesantemente. Pensamos en las enseñanzas, contemplamos nuestra vida, acciones y objetos mentales desde el punto de vista de estas enseñanzas, meditamos enfocando las cosas a partir de la naturaleza no-construida, y finalmente disolvemos las apariencias y nos liberamos de la apariencia condicionada que las cosas manifiestan.

Estas son varias formas de visión del camino entero. Esto completa la tercera parte de este sobrevuelo de la visión por el camino Mahayana.

Guía de práctica

La práctica en sí es aquí propuesta en 23 etapas sucesivas. El objetivo de esta guía es facilitar la visión y la práctica del camino. Otras formas de organización pueden ser propuestas. El presente abordaje toma la tranquilización y la lucidez como los instrumentos básicos de la búsqueda de la liberación de la experiencia de la rueda de la vida. El método básico es la meditación sentada y la práctica en la vida cotidiana, de tal modo que progresivamente no haya más diferencia entre la experiencia de la meditación y las experiencias anteriores y posteriores.

Las tres primeras son etapas de tranquilización. El objetivo es desarrollar una estabilidad que nos permita mirar la realidad, que nos haga menos reactivos. Si estuviéramos muy reactivos, muy acelerados, sólo reaccionamos y no hay posibilidad de cualquier sabiduría. Estas etapas son para que sepamos que podemos respirar y estabilizar cuerpo, habla y mente. Sin esto no hay posibilidad cualquiera de dirigir el proceso, no hay cómo colocar un vehículo de sabiduría en nuestro camino. En este punto, y aún antes de esto, necesitamos de aquel que va a caminar, aquel que va a generar tranquilidad, aquel que está dominado por una inestabilidad.

Entonces, en la cuarta etapa, seguimos un grupo de actividades que va hasta la décima primera etapa, y en este intervalo trabajamos purificando la motivación. Pensamos, contemplamos, meditamos y reposamos la mente, hacemos esto incesantemente. Con este proceso conseguimos, finalmente, generar la motivación correcta. Calmamos la mente con las primeras tres etapas, y con esta lucidez podemos evaluar la verdadera circunstancia de nuestra experiencia cíclica.

Al principio estamos completamente inmersos en la experiencia cíclica. Entonces, usando esta mente más tranquila, examinando conscientemente los procesos internos con base en esta artificialidad, usamos esta tranquilidad, aunque poca, para examinar profundamente nuestra experiencia cíclica. Vamos a recordar que existe alguien que nos ayuda en este proceso, que existen enseñanzas, que hay seres que pasaron por esto, que generaron una lucidez que se mantiene viva generación tras generación. Entonces examinamos que nuestro cuerpo humano es precioso, que disponemos de condiciones muy favorables, siendo la mayor que Buda vino, predicó el Darma, y las enseñanzas sobrevivieron. Entonces estamos en condiciones de practicar estas enseñanzas. El hecho de que hayamos venido como seres humanos posibilita ese acceso. Estas enseñanzas son raras y casi inexplicables, son transcendentes pero se manifiestan en el mundo condicionado, hay una magia en esto. Entonces reconocemos que tenemos condiciones humanas perfectas, que podemos acceder a esto, y reconocemos que nuestra vida puede ser tocada por las bendiciones de los Budas. Podemos tener la experiencia de una vida realmente preciosa. Esto es lo que se dice respecto a los factores positivos que disponemos. En cada uno de estos casos, oímos, pensamos, reconocemos y examinamos si estamos conscientes de esto mientras actuamos en el mundo.

Entonces, en la novena etapa, reconocemos que estamos bajo el dominio de la impermanencia, que todos esos factores positivos son transitorios y pueden acabar en cualquier momento.

En la décima etapa, reconocemos que aunque hayamos oído enseñanzas, aunque estemos tranquilizando la mente, aunque hayamos reducido el flujo de los pensamientos, aunque oigamos enseñanzas frecuentemente, aun así el karma nos domina. Estamos a su merced, a merced de impulsos.

Entonces surge la décimo primera etapa. Esta es la comprensión de que la dependencia de factores produce sufrimiento inevitable, la dependencia de esos impulsos kármicos inevitablemente produce un sufrimiento, sea ese karma aparentemente positivo o negativo.

La experiencia de sufrimiento es inevitable. Se traduce como vedanas o como jana-marana, o aún como jeti, que son las circunstancias de la vida en que nos sentimos aprisionados (rueda de la vida).

Si realmente oímos, pensamos, contemplamos nuestra vida de acuerdo con estas etapas, cuando llegamos a la décima primera surge una decisión, que es tomar refugio en la naturaleza no-construida. Queremos finalmente alejarnos de todo lo que tenga que ver con la experiencia cíclica. Entonces nos refugiamos en Buda, en el Darma y en la Sanga. Entendemos el significado de esto, oímos largamente al respecto, contemplamos, estabilizamos esto, y finalmente reposamos nuevamente. Hacemos esto con cada uno de los tres refugios. Conscientes de lo que significa, tomamos esa decisión. Tomamos refugio en la propia naturaleza no-construida, representada por Buda, en las enseñanzas que brotan de esa naturaleza y generan libertad en relación a la construcciones.

Los médicos y los enfermeros no rechazan la enfermedad. Desarrollan medios de superar esta común aversión. Tienen apego, no logran ver alguien enfermo que ya van atrás de él. "No se mate, no se tire por la ventana". Este es un punto muy importante, no nos apartamos del samsara en el sentido "vade retro samsara", sólo generamos una libertad en relación a este proceso. No es una aversión. Hay una libertad, los médicos andan en medio de la enfermedad. El objetivo es ganar una estabilidad que está más allá de las enfermedades, para ser capaz de moverse en ese ámbito sin incomodidad. Entonces surge todo tipo de especulación: "¿Cuál es la profecía budista para la nueva era? ¿Ser abducido por extraterrestres?". En la visión budista hacemos el voto de ser el último a ser evacuado. Los otros seres hacen el voto de ser los primeros. Si ven desgracias, huyen. Todos los seres que tienen formación, tienen una conciencia más allá de las desgracias. Los practicantes budistas hacen este voto, el Dalai Lama dijo que mientras haya espacio, él retorna para beneficio de los seres.

Lo importante es colocar la motivación correcta en la comprensión de este tema. La desgracia sucede, no importa si el año se termina o si pasa un astro destructor. En el mundo actualmente mueren 10 millones cada año. No necesitamos ninguna desgracia más. Considerando que cada hombre se casa, promedio, con 2 mujeres, siempre va a haber alguna desgracia involucrada... Calculen el número de novias entonces, es como si fueran luces que se prenden y se apagan en un gran panel... Vean como es vasto el mundo donde los lamas tienen que actuar: 6 billones de seres con pocas oportunidades. La situación es gravísima.

Con estas etapas concluidas, las tres siguientes están amartilladas. Cuando llegamos al punto de tomar los tres refugios, entonces naturalmente vamos a entender la décima quinta etapa. Es importante que examinemos lo que nos lleva a los impulsos de las acciones no-virtuosas de mente. Si están desenraizadas, eso significa que los tres refugios están completos. Las cuatro acciones de habla también son un control de calidad. Si los refugios fueron hechos en verdad, esas acciones no-virtuosas de cuerpo, habla y mente no brotan. Hasta la décima cuarta etapa estamos aún en el primer paso del Noble Camino de Ocho Pasos enseñado por Buda. Para percibir como este estudio es vasto, no han sido descritos específicamente los seis reinos, los doce eslabones, los tres animales - todos estos elementos están dentro de la décima etapa (donde examinamos el karma).

Entonces, al concluir la décima séptima etapa, y la cuarta del Noble Camino de Ocho Pasos, surge una cosa extraordinaria, el primer elemento realmente trascendente. Finalmente hemos eliminado todos los elementos artificiales de seguridad que generamos a través de la experiencia cíclica. Las acciones no-virtuosas han sido nuestro elemento de seguridad - cuando las cosas van mal, o matamos o robamos o tenemos mala voluntad. Son los instrumentos que tenemos para movernos condicionadamente en la experiencia cíclica. Cuando abdicamos de esto, estamos desnudos, completamente expuestos, sin defensas.

En este punto oímos sobre la fe, sobre la naturaleza no-construida. Abdicamos de todo aquello que está basado en un elemento de victoria y derrota. Estamos como en un campo lleno de espinas con la piel desnuda, en ese momento nos abrimos a la experiencia trascendente de Buda. Vivimos finalmente más allá de la experiencia cíclica, y en ese momento surge una estabilidad inexplicable. La serenidad de aquello que es cómo es, no como un elemento de fuerza. Es inmune a una percepción particular, inmune a todas las tribulaciones impermanentes. Es cómo percibir que la pantalla no explota con las explosiones de la película.

En este punto estamos siempre en meditación. En este momento ya tenemos estabilidad en la disolución de las apariencias invasivas. Existen elementos externos que forman parte de ese proceso. En esa etapa aún existe una fe mezclada con una libertad, hay una sensación de abandono y fragilidad. Es como la certeza de un ser muy frágil que mira a los ojos de otro mucho más grande, y no sabe cómo, pero no tiene miedo de ser aplastado. Si lo fuera, no tendría importancia, el grande no es más fuerte que la verdad que anima aquel pequeño ser. La persona simplemente no recula, no penetra en las 10 acciones no-virtuosas. Sin embargo su fe no elimina la sensación de ser destruido, aún hay un vínculo con una existencia individual. El ser es una especie de santo airado y exaltado. Exaltación es una buena palabra, los terapeutas lo mirarían y le mandarían tomar algún remedio... La persona no mira el tamaño del problema, tiene una firmeza inamovible.

Se me ocurre un ejemplo que es del budismo zen. No piensen que sólo los monasterios de hoy tienen problemas. Cierta vez una monja muy linda en un monasterio en Japón, no sé bien cómo, pero era un monasterio mixto, despertó los vientos de uno de los monjes. Vaya uno a saber qué fue lo que le dijo a ella. Él vivía insistiendo, y la monja completamente serena. Un día ella entra desnuda, en una sala llena de monjes meditando, y le dice al muchacho "aquí tienes lo que pediste."

Es una certeza que cruza cualquier barrera. Ella aún tenía una conciencia individual, una sensación de ganancia o pérdida, pero el otro no puede hacer nada, porque no hay miedo de cualquier tipo. Pero la sensación de victoria está presente, la décima octava etapa es una confianza ilimitada. Esa confianza es lo que finalmente permite la experiencia de una existencia además de las identidades, además de ganancias y pérdidas.

¿Como podríamos acceder a esa región? En las etapas subsecuentes esta se purifica, pero al principio nos preguntamos qué es lo que nos permite la experiencia de estar vivos, qué es lo que nos da la sensación de vida. Esto no depende de una identidad. Cuando percibimos esto, decimos "siempre fue así, nunca fue diferente". Y esta es una característica de la liberación. Tenemos la sensación de que siempre fue así. Es diferente de una experiencia de construcción. "Nunca había sido así, que locura, ufa, por fin, qué alivio ahora", cuando decimos esto, es una garantía de que estamos en un estado particular, no en la liberación. Si fuera algo que se logra, eventualmente vamos a perderlo. La liberación no es así. Cuando decimos "ah! siempre tuve esto y nunca lo había visto", entonces sí tal vez sea una experiencia verdadera.

Finalmente descubrimos que compasión, amor, alegría, ecuanimidad, son cualidades transcendentes. Son cualidades que se manifiestan transcendiendo la identidad. Esto sólo es posible porque hay dieciocho etapas anteriores, subdivididas. Estas cuatro cualidades son como resplandores de la naturaleza no-construida.

Cuando las cuatro cualidades inconmensurables surgen, el aspecto más importante es que son transcendentes, corresponden al décimo noveno ítem de esta guía de meditación. Son cualidades que no pueden ser practicadas dentro de una identidad, por eso se manifiestan de esta forma.

Recapitulando, estamos en el quinto paso del Noble Camino. El primero va hasta el tercer ítem, el segundo va hasta el décimo primero ítem, el tercero hasta el décimo cuarto, el cuarto hasta el décimo séptimo, el quinto hasta el vigésimo ítem de esta guía.

La vigésima etapa trata de seis caminos transcendentes. Son prácticas que solo son posibles mientras no son practicadas por un alguien. De hecho, están más allá de alguien y otro, por eso se llaman "paramitas", nos llevan en dirección a la margen de la liberación. Si una identidad, aunque mínima, está en la práctica de estas virtudes, no podrían ser llamadas "paramitas". Las cualidades inconmensurables, como la compasión, por ejemplo, ya son una manifestación más allá de las identidades. La existencia de estas es mayor que la de una identidad, y así también sucede con las paramitas. No es que el Buda beneficie a los seres, él no ve separación entre él y los seres, la mente de él no es local.

La experiencia mayor aún no sucedió. Aún hay alguna solidez en este proceso. Entonces surge la vigésima primera etapa, el Buda se sienta bajo el árbol, y esa estabilidad no es sólo de cuerpo, se relaciona con el "cuerpo ampliado", digamos así. En nuestra experiencia ordinaria de cuerpo, sentimos algo que nos toca con el codo y nuestra mente opera, estamos centrados en esta experiencia. Este es el límite de la mente que opera a través de los sentidos.

Libres de los sentidos, podemos adivinar cosas para adelante y atrás en el tiempo. Esta es la característica de la liberación. Siempre tuvimos esta característica. Pensamos "mi hija está en casa, ya es tarde, mañana tiene prueba". Ninguna de estas conclusiones pertenece a la naturaleza de los sentidos, la clase de mañana no es un sonido especial que oímos. Pero hay un sentido de plasticidad, en lo que sería el tiempo y el espacio. Descubrimos que, de acuerdo con este movimiento aparente, tenemos emociones, nos sentimos vivos, tenemos propósitos, urgencias. Esto no es local, ni depende de factores locales, no está geográficamente condicionado.

Lo que pacificamos y estabilizamos ya no es solamente este cuerpo biológico que vemos aquí. Podemos usufructuar la experiencia no construida en cada elemento construido. Primero reconocemos la consistencia de este como inseparable de nosotros, el aspecto del propio objeto como inseparable de nosotros. Normalmente atribuimos significados automáticos cuando permitimos el surgimiento de los objetos. Y, contemplando así, penetramos en esta 22a etapa, el último bloque, en la operación mental que surge junto con la percepción y reconocimiento de las apariencias.

Entramos en esta práctica para percibir cómo se procesan los procesos de cognición. Tenemos 44 formas de atribuciones de significados. Esta etapa está descrita en el "Sutra del Corazón". Aquí agujereamos el velo de Maya. Finalmente, entendemos al Buda cuando dice "al abrir los ojos los seres miran fijamente la niebla". Esto queda claro. Hay varias etapas dentro de este proceso: rechazo de la niebla, trascendencia de la niebla o pacificación de la niebla. En determinada etapa consideramos a esto como la prisión, después algo de lo que podemos librarnos, después pacificamos reconociéndola como inseparable de la naturaleza ilimitada, contemplamos con una sonrisa el proceso todo. Eso nos habilita la cuarta forma de lidiar con la niebla: retornar a ella para beneficio de los seres. Vemos que esto es un proceso que siempre estuvo presente, cuando las "fichas caen", la gente ve que esto siempre fue así.

En la vigésima tercera etapa tenemos el samma-samadhi, una experiencia de absorción en la naturaleza ilimitada, libre de cualquier construcción. Es como si fuera la serenidad absoluta de la naturaleza no-construida. En relación a esto, existe una completa liberación de la individualidad, no hay ninguno "yo" involucrado. Esto es particular, el samsara cesó, cuando el Buda se levanta vuelve a los ojos que reconocen la naturaleza libre de los seres. Es la liberación del karma. En la vigésima segunda, hay una discriminación completamente libre. El Buda pasea por todos los mundos, ve a los bodisatvas, se reconoce inseparable, instantáneamente conectado con todos ellos. Entendemos entonces cuando el Buda describe que "todos los fenómenos manifiestan el sonido del Darma". Esta es la vigésima segunda etapa. En samma-samadhi el Buda no está más en un mundo mirando más allá de las apariencias, él cesa la experiencia de los mundos. Pero aun así, aún sin perder la libertad, él retorna para beneficio de los seres.

Samma-samadhi es el nombre técnico del octavo paso del Noble Camino, que corresponde a la iluminación, al vigésimo tercer ítem de esta guía, es Darmakaya. Los Budas con esta visión ilimitada se manifestan en los distintos mundos particulares. A partir de Darmakaya incesantemente surgen los cuerpos de la iluminación. En la vigésima tercera etapa él no ve a los seres de forma separativa. Entonces él emana los cuerpos inseparables de la iluminación. No genera Sambhogakaya porque hay una "pérdida de calidad", esto se da porque en este momento la forma es pura. Los Budas están fuera de la rueda de la vida, ellos no están jugando a ningún juego, aunque sus formas surjan. La forma normalmente genera impulsos, al estilo de la víbora y del gallo, y entonces tenemos conciencias separadas de todas las cosas. Estas son las tres experiencias correspondientes a la rueda de la vida. Los Budas están libres de los tres animales.

De hecho, la propia experiencia de la "mente" cesa en la vigésima segunda etapa, ella normalmente opera inseparable del gallo, exige una operación conjunta con la percepción condicionada automática. La naturaleza más sutil del gallo es la percepción. Cuando vemos A, B surge al lado. Cuando vemos cualquier objeto, decimos "me gusta aquel color", y del proceso de percepción brotan los vientos correspondientes. En la vigésima tercera no hay ninguno más, para que aquel exista es necesario algún tipo de apego. El proceso separativo en sí ya cesó hace más tiempo, desde la décima octava etapa. Pero aún resta un apego a los objetos. Cuando este es elucidado, hay un proceso automático de revelación de significados. La mente, aquello que opera hasta la décima octava etapa, aquí entra en la etapa de disolución.

La iluminación es nuestra condición natural, si es de la mente, entonces tenemos que usar la palabra "mente" en un otro sentido. Pero la naturaleza última existe, de lo contrario creamos otra dualidad. La mente es una expresión de la naturaleza última, pero esa experiencia convencional de mente que nosotros tenemos inevitablemente va a cesar. Esa experiencia depende de un personaje que juega a un juego. Dentro de la compasión la mente aún opera, pero hay un punto en que va a operar más, pero sigue la naturaleza ilimitada que genera los incontables mundos. El Buda se manifestó a través de esto. Él se valió de un cuerpo. Cuando la muerte llega él dice "yo no vine y yo no voy". Todo el mundo entiende un Buda que vino, él dice "vine a un mundo de ensueño a predicar un Darma de ensueño para seres de ensueño". Él siempre poseyó la percepción ilimitada, él siempre fue Darmakaya. Pero los seres mantienen una noción geográfica - él nació allí e hizo tales y tales cosas, y las personas logran solo verlo de esta forma, lo que en sí mismo es un milagro, ¡que él haya surgido históricamente!

Aquello que piensa, escudriña, necesita elementos sólidos. Cuando estos no surgen más, resta la mente ilimitada. Esa naturaleza es poderosa en el sentido de que puede generar los propios procesos limitados, la naturaleza de Darmakaya es libertad.

Es bonito ver cómo se describe el surgimiento del cuerpo humano en las enseñanzas vajrayana. En un principio, es auto-generado, se desplaza a través de las montañas, está más allá de la geografía. Es el aspecto más sutil de nuestra identidad, y esta es auto-surgida, es translúcida. Esta se desplaza y después va agregando elementos que van solidificando ese proceso, y capa por capa surge esta apariencia que tenemos ahora. Cuando de Darmakaya comienzan a surgir las formas, estas no se establecen con huesos y células, pero cuando miramos esto más de cerca, vemos que ella nunca se disolvió para dar lugar la carne y huesos, todavía hoy es etérea. Entonces podemos percibir esta característica: sigue operando y sigue estruturándose. De la misma manera que un casamiento se estructura, con un coche, una casa, un papel, familias que se entrelazan, esto crea una solidez. Todo comenzó cuando uno miró al otro en el banco escolar. Si la semana siguiente ella se hubiera enfermado y no hubiera aparecido en la clase, no habría casamiento.

Cuando recitamos "gate gate paragate parasamgate bodhi soha", estamos expresando la superación del velo. Sin superar el velo no hay cómo. Este representa el "Sutra del Corazón", que libera todo eso. Sin eso el proceso continúa, la mente puede ser más amplia, pero es la mente, "gate gate" corresponde a cruzar el río, por eso es considerado el maha-mantra, el mantra que no tiene ninguna construcción. Por eso los bodisatvas-mahasatvas no tienen miedo, reposan más allá de las construcciones. El "Sutra del Corazón" es así llamado porque es el centro, el núcleo de la sabiduría transcendental revelado a través de los 44 ítems de contemplación señalados en el sutra. Vemos allí que "la forma es vacío, el vacío es forma, la forma no es diferente al vacío", y así en más con muerte, iluminación, uno por uno de estos ítems. Cada uno tiene 4 aspectos que tienen que ser reconocidos, entonces multiplicamos y tenemos 176 puntos de contemplación. Viendo esto entendemos porqué Asanga se quedó doce años en retiro, porqué Bodidarma se quedó 9 años frente una pared y porqué el propio Buda practicó por seis años en reclusión en el bosque.